El despacho, como experiencia de sus socios tiene una vida de más de veinticinco años en las que los clientes han aumentado con el paso del tiempo, en número y forma. Han entrado nuevos clientes y otros que están desde sus inicios han visto crecer sus negocios hasta grandes empresas cuando empezaron su actividad siendo autónomos con pequeños negocios. Ésta es la auténtica garantía de que la vinculación con el cliente es fuerte y duradera. La buena reputación, el prestigio y el saber hacer del personal del despacho llega hasta el cliente. Eso, en unión con que no hay gran movilidad de personal garantiza clientes satisfechos y comprometidos con la asesoría, con las personas y profesionales de la misma que son los que los atienden. Eso revierte en crecimiento rentable y sostenido a lo largo de los años.
El cliente (desde una persona sin actividad empresarial hasta el ejecutivo de una gran empresa) que acude a una asesoría lo hace entregando parte de su privacidad (económica y personal) y por ello necesita encontrar personas cercanas y empáticas que le transmita seguridad, confianza, honestidad. Incluso conocidas. Dañan la imagen de una asesoría (porque resquebraja la confianza y seguridad del cliente hacia la misma) si cada vez que éste va a entregar la documentación le atiende una persona distinta porque la que le atendió en la ocasión anterior ya no trabaja en la empresa.
Todo esto está perfectamente integrado en la cultura de la empresa y prueba de ello son sus más de una década de vida y continúo crecimiento que la ha posicionado en una asesoría reconocida y prestigiosa.